¿Por qué ser paco? (o carabinero, si usted quiere, pero yo no los llamaré así)
¿Por qué no dedicar la vida a una actividad un poquito menos despreciable? Donde quiera que vamos está atestado de verdes. Con el pretexto de “cuidarnos”, están siempre atentos a lo que hablamos y lo que hacemos, lo que nos gusta y lo que no. Los pacos son algo así como la vieja sapa de este gran vecindario al que llamamos Estado.
La omnipresente vigilancia se evidenció hoy, día de la marcha de estudiantes. Secundarios y universitarios nos reunimos en Plaza Italia para nuevamente golpear la mesa ante las medidas privatizadoras de la educación impulsadas por La Nueva Forma de Gobernar S.A., sobre las que ya nos referimos en una ocasión anterior.
Como todos habrán visto, ni siquiera pudimos marchar. Con sólo llegar al punto de encuentro –el teatro de la U Chile- supimos que la multitud de tortugas ninja que nos vigilaban nos harían mierda. Así de simple, y así ocurrió.
Durante un poco más de una hora estuvimos parados frente a la fuente de soda Baquedano. Nos encontramos, hicimos ruido, gritamos las consignas de siempre e inventamos otras tantas, mientras esperábamos que las cúpulas dirigenciales (llámese Federaciones) terminaran de negociar el permiso para marchar por la Alameda.
Obvio que no lo dieron, y apenas desautorizaron la manifestación empezó la repre. Una represión ridículamente excesiva, que nos lanzó a correr por el Parque Bustamante, al tiempo que guanacos y zorrillos nos intoxicaban con sus gases. Entre las lágrimas y el humo, vi compañeros vomitar y caer desmayados. Vi zorrillos tirando lacrimógenas en pasajes VACÍOS, por puro gusto. Vi las encerronas, las masas de escolares corriendo desesperados, pateando los juegos infantiles de pura rabia, esa rabia que da sólo cuando la camisa de fuerza que todos llevamos puesta nos aprieta más de la cuenta y constatamos que realmente no se puede hacer ni decir absolutamente nada que vaya contra el “orden” sin que te callen, se te tiren encima o te maten.
Los escuché gritar “¡Somos más!”, cosa totalmente cierta pero, ¿qué puedes hacer si ellos tienen gases tóxicos y nosotros tenemos nuestras mochilas? Aún siendo 6 mil manifestantes, ¿cómo imponernos? Si los pacos pelearan sin guanaco otro gallo cantaría.
Ellos se creen muy valientes porque van armados. Se creen valientes por tirar gente al suelo, y se juran muy choros porque estando a caballo pueden forzar a quienes quieran a dejar el lugar donde están sentados. Desde la peluquería colombiana que me dio albergue, ya que los locatarios chilenos me cerraron la puerta en la cara (cualquier solidaridad), me tocó ver a CINCO PACOS jurándose en la guerra de Vietnam, corriendo por el Parque para reducir a una peligrosa masa de… dos estudiantes. Sí, como leen: cinco a dos. Al minuto llegaron más refuerzos, porque obvio que dos subversivos con banderas en las manos tienen mucho que hacer contra ocho pacos con lumas.
“¡Hijueputas!”, decían las colombianas que se rieron al saber que acá simplemente les decimos “pacos culiaos”. Mientras por la calle no dejaban de desfilar cucas y zorrillos. Pasaban y pasaban cabros escupiendo y secándose las lágrimas, y atrás, pacos a caballo insistían en corretearlos. No eran grupos de más de cinco, pero no había caso. Vamos sacándolos de la calle y obligando a pararse a quienes se sentaron a descansar. Más tarde, el showcito se trasladó a la sede de la FECh, donde llegaron a seguir persiguiendo y hostigando.
En el primer párrafo dije que la ocupación de los pacos es despreciable. No pretendo que esto pase como un comentario gratuito, por lo que quisiera explicarme: es despreciable porque defiende lo indefendible. ¿Y qué es lo indefendible? No hay que ser muy seco para saberlo; se trata del poder de los que siempre ganan, esa cosa rara que llaman “el orden establecido” que no es otra cosa que la camisa de fuerza que nos asfixia y nos prohíbe cualquier movimiento, mientras nos obliga a mirar el desastre en el que día a día se convierte este país, donde atacan a los más débiles mientras los que deberían estar presos no sólo están libres, ¡sino que deciden por nosotros!
No es posible que por salir a ocupar las calles seamos perseguidos de esa manera, soportando la amenaza policial y encima, la condena social de los ingenuos que se tragan el cuentito de la estabilidad. Pero bueno, si eso es ser escandaloso e hinchapelotas, pues MUCHAS GRACIAS. Seguiremos desordenando y remeciendo lo que haya que remecer. No se han hecho las lacrimógenas capaces de doblegarnos, y si creen que los terribles episodios de hoy pueden hacer que nos quedemos en la casa, calladitos y adaptados a nuestra camisa de fuerza, no tienen idea de cuánto se equivocan. Ya lo verán.
ORIGEN: PERROS TV
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